Los palestinos de Cisjordania temen un desalojo como en Gaza

Por Ali Sawafta

YENÍN, CISJORDANIA, 24 feb (Reuters) – Las excavadoras israelíes han demolido grandes zonas del ahora prácticamente vacío campo de refugiados de Yenín y parecen estar abriendo amplias calzadas a través de su antiguo atestado laberinto de callejuelas, replicando las tácticas ya empleadas en Gaza mientras los soldados se preparan para una estancia prolongada.

Al menos 40.000 palestinos han abandonado sus hogares en Yenín y en la cercana ciudad de Tulkarem, en el norte de Cisjordania, desde que Israel inició su operación justo un día después de alcanzar un acuerdo de alto el fuego en Gaza tras 15 meses de guerra.

“Yenín es una repetición de lo que ocurrió en Jabaliya”, dijo Basheer Matahen, portavoz del municipio de Yenín, refiriéndose al campo de refugiados del norte de Gaza que fue desalojado por el ejército israelí tras semanas de encarnizados combates. “El campo se ha vuelto inhabitable”.

Dijo que al menos 12 excavadoras estaban trabajando en la demolición de casas e infraestructuras en el campamento, que antes era un populoso municipio que albergaba a descendientes de palestinos que huyeron de sus hogares o fueron expulsados en la guerra de 1948, en lo que los palestinos llaman la “Nakba” o catástrofe que dio inicio al Estado de Israel.

Dijo que se podía ver a equipos de ingenieros del ejército haciendo preparativos para una estancia prolongada, llevando depósitos de agua y generadores a una zona especial de unos 4000 metros cuadrados.

El ejército israelí no hizo comentarios inmediatamente, pero el domingo el ministro de Defensa, Israel Katz, ordenó a los soldados que se prepararan para “una estancia prolongada”, y dijo que los campamentos estarían desalojados “para el año que viene” y que no se permitiría regresar a los residentes.

La operación en el norte de Cisjordania, que dura ya un mes, ha sido una de las mayores desde el levantamiento de los palestinos en la Segunda Intifada hace más de 20 años, con la participación de varias brigadas de soldados israelíes respaldadas por drones, helicópteros y, por primera vez en décadas, tanques.

“Hay una gran y continua evacuación de población, principalmente en los dos campos de refugiados, Nur Shams, cerca de Tulkarem y Yenín”, dijo Michael Milshtein, exoficial de inteligencia militar que dirige el Foro de Estudios Palestinos en el Centro Moshe Dayan de Estudios de Oriente Medio y África.

“No sé cuál es la estrategia general, pero no cabe la menor duda de que no habíamos visto nada así anteriormente”.

Israel lanzó la operación diciendo que pretendía enfrentarse a los grupos milicianos respaldados por Irán, incluidos Hamás y la Yihad Islámica, que llevan décadas firmemente implantados en los campos de refugiados, a pesar de los repetidos intentos israelíes de erradicarlos.

Pero con el paso de las semanas, los palestinos han manifestado que la verdadera intención parece ser el desplazamiento permanente y a gran escala de la población, destruyendo sus hogares e imposibilitando su permanencia.

“Israel quiere borrar los campos y el recuerdo de los campos, moral y económicamente, quiere borrar el nombre de refugiados de la memoria de la gente”, ha dicho Hassan al-Katib, de 85 años, que vivía en el campo de Yenín con sus 20 hijos y nietos antes de abandonar su casa y todas sus posesiones durante la operación israelí.

Israel ya ha hecho campaña para debilitar a la UNWRA, la principal agencia de ayuda palestina, prohibiéndole el acceso a su antigua sede en Jerusalén Oriental y ordenándole que detenga sus operaciones en Yenín.

“No sabemos cuál es la intención del Estado de Israel. Sabemos que hay muchos desplazados fuera de los campamentos”, dijo la portavoz de la UNRWA, Juliette Touma, que añadió que los refugiados tienen el mismo estatus independientemente de su ubicación física.

OPERACIÓN MILITAR

Los campos, símbolos permanentes de la situación sin resolver de 5,9 millones de refugiados palestinos, han sido un objetivo constante para Israel, que afirma que la cuestión de los refugiados ha obstaculizado cualquier resolución del conflicto que dura ya décadas.

Pero siempre se ha abstenido de desalojarlos definitivamente. El lunes, el ministro israelí de Asuntos Exteriores, Gideon Saar, negó que la operación en Cisjordania tuviera un objetivo más amplio que la lucha contra los grupos milicianos.

“Se trata de operaciones militares contra terroristas, sin más objetivos que ése”, dijo a la prensa en Bruselas, donde se reunió con dirigentes de la Unión Europea en el Consejo de Asociación UE-Israel.

Pero muchos palestinos ven un eco del llamamiento del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a que los palestinos sean trasladados fuera de Gaza para dar paso a un proyecto inmobiliario estadounidense, un llamamiento que fue respaldado por el gabinete del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.

Nabil Abu Rudeineh, portavoz del presidente palestino, Mahmud Abás, dijo que la operación en el norte de Cisjordania parecía estar repitiendo tácticas utilizadas en Gaza, donde los soldados israelíes desplazaron sistemáticamente a miles de palestinos a medida que avanzaban por el enclave.

“Exigimos que el Gobierno estadounidense obligue al Estado de ocupación a detener inmediatamente la agresión que está llevando a cabo en las ciudades de Cisjordania”, dijo.

Los partidarios de la línea dura israelí, dentro y fuera del Gobierno, ha pedido en repetidas ocasiones que Israel se anexione Cisjordania, una zona con forma de riñón de unos 100 kilómetros de largo que los palestinos consideran el núcleo de un futuro Estado independiente, junto con Gaza.

Pero la presión se ha visto atenuada por el temor a que la anexión pura y simple hunda las perspectivas de establecer lazos económicos y de seguridad con los Estados árabes, incluida Arabia Saudí, y se enfrente al veto del principal aliado de Israel, Estados Unidos.

Sin embargo, los defensores del ala dura se han sentido alentados por el gran número de figuras claramente proisraelíes en el nuevo Gobierno estadounidense y por el propio Trump, que dijo a principios de este mes que anunciaría su postura sobre Cisjordania en cuestión de semanas.

(Información de James Mackenzie en Jerusalén y Lili Bayer en Bruselas; redacción de James Mackenzie; edición de Christina Fincher; edición en español de María Bayarri Cárdenas)

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