Por Lizbeth Diaz
TEUCHITLÁN, MÉXICO, 20 mar (Reuters) – La puerta, negra y de tres metros de altura, decorada con dos caballos blancos encabritados, se ha convertido en un sinónimo de muerte en México. Para las docenas de familias que esperaban afuera el jueves, también ofrecía una trágica sensación de esperanza en su búsqueda de seres queridos desaparecidos.
Las familias tuvieron acceso a lo que los medios de comunicación locales han bautizado como el “rancho del horror”, un presunto lugar de asesinatos y campo de entrenamiento de un cártel en Teuchitlán, una zona rural a unos 64 kilómetros de la capital de Jalisco, Guadalajara.
Fue aquí donde un grupo activista de búsqueda de desaparecidos encontró a principios de este mes lo que llamaron un “campo de exterminio” lleno de fragmentos de huesos, cenizas, presuntos crematorios improvisados, junto con cientos de zapatos, mochilas y otras pertenencias.
El caso ha conmocionado a México, un país adormecido por casi dos décadas de sangrienta violencia de los cárteles. Aunque el descubrimiento de fosas comunes es frecuente aquí, la posibilidad de que este rancho fuera un lugar de asesinatos sistemáticos ha causado una profunda sensación de horror.
El fiscal general de México ha dicho que es demasiado pronto para determinar si el lugar era un “centro de exterminio”, pero ha añadido que las autoridades estatales habían estropeado la investigación inicial, que ahora se ha entregado a investigadores federales.
La propiedad está rodeada de altos muros que bloquean la vista desde el exterior. Hay algunas casas en ruinas y estructuras similares a graneros ahora bloqueadas por cinta de escena del crimen. Pequeñas banderas rojas, amarillas y verdes sobresalen de la tierra para marcar el lugar donde las autoridades encontraron objetos personales de las personas que se presume fueron traídas aquí: zapatos, mochilas, documentos de identidad.
Es la primera vez que se permite el acceso oficial al lugar a familiares de personas desaparecidas, así como a periodistas, acompañados por autoridades de las fiscalías estatal y federal.
Las personas que buscan a sus hijos e hijas llevan días exigiendo que se les permita entrar, expresando su preocupación por la falta de transparencia en la investigación, un sentimiento muy extendido en México, donde han desaparecido más de 124,000 personas y de las que se encuentran a pocas.
MOCHILA AZUL
Irma González, del estado de Puebla, dijo que identificó una mochila azul y una sudadera que pertenecían a su hijo, que desapareció en 2021, en fotos compartidas en línea por investigadores.
“Estas cosas por lo menos me dan tranquilidad de que si mi hijo murió aquí, ya no buscaré más”, dijo González mientras esperaba con otras familias para entrar en el rancho.
Relató que creía que su vida estaba en peligro por hablar.
“Recibí una llamada de alguien, no sé quien; me dijeron que ya no hablara porque si no me van a matar”, añadió.
El poderoso Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), que se cree operaba el rancho, ha arremetido contra los grupos de búsqueda que encontraron y dieron a conocer el lugar, afirmando en un vídeo atribuido al grupo criminal en redes sociales que habían distorsionado los hechos para crear una “película de terror” con el objetivo de dañar su imagen.
Familias habían venido de todo el país para visitar el rancho, con la esperanza de encontrar algún rastro de sus seres queridos desaparecidos.
“No entiendo qué es lo que quieren estos grupos delictivos ¿Por qué se están llevando a tanto joven?”, dijo Reynaldo Núñez, cuyos dos hijos, de 23 y 25 años, desaparecieron en Jalisco hace ocho meses.
Aún no está claro cuántas personas podrían estar enterradas en el rancho ni cómo murieron. El fiscal general de México, Alejandro Gertz, criticó el miércoles a las autoridades de Jalisco, afirmando que conocían la existencia del lugar desde septiembre, pero que no habían procesado adecuadamente las pruebas ni alertado a las autoridades federales.
El escándalo ha ensombrecido la promesa de la presidenta Claudia Sheinbaum de tomar medidas enérgicas contra la violencia y reducir los homicidios.
La atención en torno a Teuchitlán pone presión sobre Sheinbaum, quien asumió el cargo en octubre, para diferenciarse de su mentor, el expresidente Andrés Manuel López Obrador, de quien críticos dicen no hizo lo suficiente para hacer frente a las desapariciones y el deterioro de la seguridad.
“No considero que sea mi talón de Aquiles”, dijo Sheinbaum el jueves en su habitual conferencia de prensa matutina cuando se le preguntó sobre el manejo del caso.
Afuera del rancho, la tensión aumentó a medida que llegaban más familias al lugar exigiendo respuestas. Muchos, frustrados por años de espera en la oscuridad, comenzaron a gritar.
“He hallado mucho dolor, muchas lágrimas (…) pero a mi marido no lo he encontrado”, dijo una mujer llorando mientras esperaba a que la dejaran entrar.
(Reporte de Lizbeth Díaz, con reporte adicional de Ana Isabel Martínez; escrito por Cassandra Garrison; editado por Stephen Eisenhammer, Sandra Maler y Adriana Barrera)