Por Maximilian Heath
BUENOS AIRES, 28 mar (Reuters) – Las ventas de granos de soja de los agricultores de Argentina están en el nivel más bajo de los últimos 10 años debido a la incertidumbre respecto a la evolución del tipo de cambio en el país y a las expectativas de un alivio en la carga tributaria.
La disminución en el ritmo de ventas de soja, la principal fuente de divisas del país, se produce en momentos en que el Gobierno ultraliberal de Javier Milei necesita dólares para evitar una depreciación del peso argentino.
“La incertidumbre y los números no cierran. Los productores están esperando a ver un cambio”, dijo a Reuters Pedro Jaquelin, productor agrícola de la localidad de Pergamino, un tradicional enclave rural en el corazón de la pampa húmeda.
Los agricultores de Argentina reciben el equivalente en pesos de la cotización en dólares de su mercadería, razón por la que la evolución del tipo de cambio es un factor clave en la toma de decisiones del sector. A mayor valor del dólar, más pesos reciben por sus granos.
“El productor está vendiendo solo lo que gasta. Es otro año en el que está esperando a ver qué pasa mas adelante con el tipo de cambio”, señaló Jaquelin, que también es presidente de la Sociedad Rural de Pergamino, en la provincia de Buenos Aires.
De acuerdo con los últimos datos del Gobierno de Argentina, el mayor exportador mundial de aceite y harina de soja, hasta el 19 de marzo los productores locales habían vendido 8,4 millones de toneladas de soja del ciclo 2024/25.
Tomando en cuenta las estimaciones de producción de las dos principales bolsas de comercio de granos del país, la magnitud representa entre un 17,3% y un 18,1% de la cosecha, las cifras más bajas desde la temporada 2014/15, cuando a la misma fecha el total comercializado fue de 15,7%, según información oficial.
Las ventas a la misma fecha del año pasado eran un 25% mayores, con una cosecha similar a la prevista ahora, cuando el Gobierno argentino negocia un préstamo de 20.000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para ampliar sus reservas de divisas.
A las dudas con respecto al tipo de cambio, actualmente en torno a los 1.070 pesos por dólar (y a 1.290 pesos por dólar en el mercado alternativo), se le han sumado las que conciernen al impuesto a las exportaciones de soja y sus derivados, del 26% y 24,5%, respectivamente.
Conocidas como “retenciones”, las tasas a los embarques son un impuesto muy resistido por los agricultores que Milei prometió eliminar de manera gradual durante la campaña presidencial de 2023.
Si bien el mandatario ya las redujo temporariamente hasta junio al nivel actual, los productores aguardan un nuevo recorte.
“En la cabeza del productor está la idea de que si ya bajaron una vez (las retenciones), por qué no van a bajar otra vez”, dijo Ricardo Bergmann, vicepresidente de AcSoja, cámara de la soja, respecto al otro factor que está limitando las ventas de granos.
El productor agrícola de Monte Buey, en la provincia de Córdoba, añadió que existen diversos proyectos en el Congreso que apuntan a reducir estas tasas, en un año en el que Milei intentará consolidar su poder en las elecciones de medio término de octubre.
“Hubo una reducción de retenciones que fue mínima, que no compensa el aumento de gastos generales, y entonces eso hace que la rentabilidad sea ínfima”, dijo Jacquelin.
CLIMA Y MAÍZ
El retraso comparativo en las ventas de soja en Argentina también se debe a las condiciones climáticas adversas que afectaron a los sectores agrícolas de Argentina durante distintos períodos de la campaña 2024/25.
Tanto al comienzo de la campaña, entre septiembre y agosto, y más marcadamente entre enero y febrero, condiciones secas causaron incertidumbre -y daño- con respecto a la producción de soja, haciendo que los productores se retiraran del mercado.
“Ante una expectativa de un efecto de La Niña (fenómeno climático que en Argentina disminuye los niveles de lluvias) no se sabía la producción, entonces las intervenciones de los productores fue de especular hacia adelante”, señaló Bergmann.
Las intensas lluvias que cayeron a partir de la segunda mitad de febrero alejaron el temor por el impacto del clima.
Sin embargo, un fuerte crecimiento en el área sembrada con maíz temprano para evitar el impacto de una peste llamada chicharrita también ha desviado la atención de los productores en las ventas de este cultivo, que se negocia con precios atractivos, según Jacquelin.
“Se está cosechando más maíz temprano, que está ingresando ahora. Los productores están prefiriendo vender más maíz”, dijo la analista agrícola Lorena D’Angelo, con sede en Rosario.
Debido al ritmo más lento de ventas de los productores locales ha crecido el número de negocios con los agricultores de Paraguay, que envían su mercadería a las fábricas de Rosario en barcazas por el río Paraná, explicó a Reuters Gustavo Idígoras, presidente ejecutivo de la cámara agroexportadora CIARA-CEC.
(Reporte de Maximilian Heath; Editado por Nicolás Misculin)