Las pocas opciones empujan a China a una “guerra comercial de desgaste” con Trump

Por Laurie Chen, Kevin Yao y David Kirton

PEKÍN/SHENZHEN, 8 abr (Reuters) – Pekín, que se siente acorralado por la escalada del ataque arancelario de Estados Unidos a China y a cualquier país que compre o ensamble productos chinos, se prepara para una guerra económica de desgaste.

La semana pasada, Washington impuso aranceles de importación de al menos el 10% a casi todo el mundo, y gravámenes mucho más altos a países como Vietnam, donde las fábricas chinas han estado trasladando su producción. La medida provocó represalias por parte de China, seguidas de nuevas amenazas de escalada del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

“Quien se rinda primero se convertirá en la víctima”, dijo un asesor político chino, que pidió mantenerse en el anonimato por lo sensible del tema. “Es una cuestión de quién puede aguantar más”

Sin embargo, China no tiene muchas opciones. Recurrirá a otros mercados de Asia, Europa y el resto del mundo, pero puede no ser una gran válvula de escape.

Otros países tienen mercados mucho más pequeños que Estados Unidos, y las economías locales también se están viendo afectadas por los aranceles. Además, muchos desconfían de que se permita la entrada de más productos chinos baratos.

A nivel local, una devaluación de la moneda sería la forma más sencilla de amortiguar el impacto de los aranceles, pero eso podría desencadenar salidas de capital, además de disgustar a los socios comerciales que China podría intentar cortejar. Hasta ahora, China ha permitido una depreciación muy limitada del yuan.

Podría haber más subvenciones, rebajas fiscales a la exportación u otras formas de estímulo, pero también se corre el riesgo de exacerbar el exceso de capacidad industrial y alimentar más presiones deflacionistas.

Los analistas llevan años abogando por políticas que impulsen la demanda interna.

Sin embargo, y a pesar de las declaraciones de Pekín, poco se ha hecho para aumentar significativamente el consumo de los hogares, dado que los audaces cambios de política que serían necesarios podrían resultar perturbadores para el sector manufacturero a corto plazo.

Devolver el golpe con sus propios aranceles y controles a la exportación puede no ser muy eficaz, dado que China envía a Estados Unidos aproximadamente el triple en bienes de los alrededor de 160.000 millones de dólares que importa, pero puede ser la única opción si Pekín cree que tiene un umbral de dolor más alto que el de Washington.

Hasta ahora, China ha respondido a los aranceles estadounidenses del 34% de la semana pasada con un contragravamen general similar. Trump ha amenazado con una escalada del 50% y Pekín prometió “luchar hasta el final”.

“China no puede infligir tanto dolor a Estados Unidos como el que recibe, ya que tiene el gran superávit comercial y, tierras raras aparte, todavía tiene más que perder con los controles de exportación”, dijo Arthur Kroeber, jefe de investigación de Gavekal.

“Pero eso no viene al caso. La señal de Pekín es que se opondrá a los esfuerzos de dominación de Estados Unidos y que está perfectamente dispuesta a entrar en una guerra de desgaste económico”

ATAQUES DE PRECISIÓN

Además de sus propios aranceles, Pekín puede utilizar su control sobre algunas materias primas estratégicas y partes del mundo empresarial para golpear a Washington donde más le duele.

China ofreció una muestra de ello el viernes, cuando añadió siete tierras raras a su lista de control de exportaciones, una medida que amenazaba con reducir el suministro de materiales de los que dependen los sectores estadounidense de defensa y tecnología.

Pekín se reserva la opción de ampliar los controles a otras 10 tierras raras o prohibir totalmente las exportaciones a Estados Unidos.

En el mundo empresarial, Trump ha expresado su interés en una escisión del negocio estadounidense de la aplicación de vídeos cortos TikTok.

Pero China también tiene influencia en eso gracias a las normas que implementó en 2020 que requieren que la empresa obtenga una licencia de exportación de tecnología antes de transferir su algoritmo al extranjero.

China indicó que no aprobaría el acuerdo tras el anuncio de los aranceles, dijeron fuentes a Reuters.

Pekín también puede apuntar a empresas estadounidenses con sanciones o añadirlas a una lista de entidades no fiables, que hasta ahora incluye principalmente a firmas que, según dice, venden armas a Taiwán. El fabricante estadounidense de aviones no tripulados Skydio, que había adquirido sus baterías en China, es una de esas empresas que se enfrenta a sanciones chinas.

“Nuestros ataques son ataques de precisión”, dijo Wu Xinbo, director del Centro de Estudios Americanos de la Universidad de Fudan.

“La principal prioridad es mantener la moderación y la siguiente es utilizar métodos asimétricos”, explicó Wu, que añadió que entre ellos se incluye el control de las exportaciones.

APUESTA POLÍTICA

Con Washington y Pekín tratando de infligirse cada vez más padecimientos y el resto del mundo visto como un daño colateral en su guerra comercial, es difícil imaginar cómo sería un gran acuerdo para bajar la tensión.

Los economistas afirman que el objetivo de Trump de equilibrar el comercio con China es inviable a corto y medio plazo, dado que una de las partes es el principal productor mundial, mientras que la otra es el mayor consumidor.

China, golpeada a principios de año por una subida de aranceles del 20% justificada por los precursores del fentanilo y no por su superávit comercial, está confusa sobre lo que quiere Trump en particular y rechaza los intentos de contención, aunque se declara dispuesta a mantener conversaciones.

“China no ve las medidas de Estados Unidos como propicias para crear la atmósfera adecuada para las negociaciones”, dijo Bo Zhengyuan, socio de la consultora Plenum, en China.

Si no se llega a un acuerdo rápido, la situación puede convertirse en una batalla de voluntades políticas, en la que algunos analistas creen que Pekín tiene las de ganar.

Miles de manifestantes se congregaron en Washington y en ciudades de todo Estados Unidos durante el fin de semana para protestar contra Trump, que también se enfrenta a duras críticas de Wall Street por las turbulencias que han causado sus aranceles en los mercados mundiales.

Es poco probable que el presidente chino, Xi Jinping, se enfrente a una resistencia similar en su país, pero la sociedad está fuertemente controlada y además puede ofrecer estímulos monetarios y fiscales a finales de este año para aliviar parte de la tensión social si es necesario.

“En última instancia, se convierte en un juego de qué país puede realmente gestionar su propia población de manera más eficaz para asimilar las consecuencias económicas posteriores de esta guerra comercial”, dijo Zhiwu Chen, profesor de finanzas en la Escuela de Negocios HKU.

“Trump tiene que enfrentarse, o al menos los políticos republicanos tienen que enfrentarse a mucha presión electoral, y los medios de comunicación estadounidenses siguen siendo bastante libres”, dijo. “Así que creo que la capacidad de Trump para luchar políticamente con China no es tan grande”.

(Contribución de Joe Cash en Pekín; redacción de Marius Zaharia; Edición en español de Javier López de Lérida)

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