Por Monica Machicao, Santiago y Limachi
BENI, Bolivia, 8 abr (Reuters) – En la región rural boliviana de Beni, cerca de la frontera con Brasil, vastas praderas donde antes pastaban las vacas han quedado sumergidas bajo el agua, obligando al ganado y a sus dueños a nadar mientras buscan pequeñas parcelas de terreno más elevado.
El país sudamericano ha sido azotado por algunas de las lluvias más intensas en décadas, que han dejado campos de soja y ranchos bajo el agua, poniendo en riesgo la producción destinada a mercados extranjeros como China y elevando los precios de los alimentos locales.
“La inundación que estamos viviendo en este momento es muy atípica, fuerte para la época”, dijo a Reuters Gunther Amatller, mientras intentaba salvar a algunos de sus animales.
“El agua continúa subiendo. No podemos prever cuánto más va a subir”, agregó.
Según datos extraoficiales, unas 200.000 cabezas de ganado están en peligro por las inundaciones y la fatiga. Beni abastece de carne de res a todo el país y exporta a mercados como China. Las inundaciones han afectado a 590.000 familias y han dejado al menos 55 muertos.
“Mi ganado sufre y los animales están muy delgados. Además, en ese lugar inundado hay muchas víboras y tigres< porque son montes altos”, se lamenta Teresa Vargas, dueña de la hacienda “Cheperepije”.
El cambio climático, según los expertos, ha alterado los patrones meteorológicos, retrasando las lluvias y haciéndolas más intensas. El río Mamoré, un río amazónico que atraviesa Bolivia y Brasil, se ha desbordado, inundando todo a su paso.
En otras localidades como Puerto Almacén y Puerto Ballivián, familias enteras han abandonado sus hogares y han buscado refugio en albergues improvisados a la orilla de la carretera.
“Estamos obligados a dejar nuestras casas”, explica Mayra Peralta, con la voz quebrada. “Día a día sube el agua”.
En Loma Calatayud, Jesús Martínez muestra con impotencia cómo sus cultivos de arroz, plátano y yuca han desaparecido bajo el agua.
Su esposa cocina precariamente sobre una plataforma de madera, mientras el agua rodea su hogar.
“Todo está bajo el agua y nuestros sembradíos también están bajo el agua”, dice Martínez con la mirada perdida en el horizonte inundado.
Las mujeres indígenas, como Edilberta Huaginoe, cocinan en precarios campamentos, tratando de alimentar a sus hijos con lo poco que logran rescatar del agua.
“El arroz está debajo del agua, los plátanos y las yucas están debajo del agua y no lo podemos sacar porque está hondo”, se lamenta Huaginoe.
“Es aquí donde vendremos a dormir hasta que baje el agua”.
(Reporte de Mónica Machicao y Santiago Limachi; Editado por Eliana Raszewski)