Por Carlos Barria
CIUDAD DEL VATICANO (Reuters) – La resplandeciente columnata de la Plaza de San Pedro ofrece un majestuoso telón de fondo mientras cuatro hombres esperan una cena gratis en una terraza en el corazón del Vaticano, en una templada noche de abril.
La prestigiosa ubicación es la envidia de los mejores hoteles de Roma. Pero el Palazzo Migliori, del siglo XIX, es un albergue para personas sin hogar, ubicado en un edificio que el difunto Papa Francisco dedicó a su cuidado.
Francisco, fallecido el 21 de abril, evitó gran parte de la pompa y el privilegio del papado y trató de hacer que la Iglesia Católica fuera más inclusiva y menos crítica. Hizo de la preocupación por los pobres uno de sus principales objetivos y pidió que tuvieran un papel destacado en su funeral.
Tras convertirse en Papa en 2013, aparecieron más tiendas y sacos de dormir por las tardes en la plaza de San Pedro, a medida que se corría la voz de la bienvenida de Francisco a los sin techo.
Bajo su liderazgo, el Vaticano construyó instalaciones como duchas y una lavandería para ayudarles. Hace seis años cedió el palacio, antaño utilizado por monjas, a la comunidad laica de Sant’Egidio, que apoya a los marginados.
“Ha hecho mucho por los pobres. Conoció a tanta gente pobre, que abrió el mejor edificio para dar hospitalidad a quienes están en la calle”, dijo Antonino Siracusa, un antiguo vagabundo que trabaja en el refugio de Sant’Egidio, que actualmente alberga a 38 hombres y siete mujeres.
Siracusa formaba parte de un grupo de personas sin hogar, inmigrantes, presos y transexuales que esperaban en la escalinata de la Basílica de Santa María la Mayor, el lugar de descanso elegido por Francisco, lejos del esplendor del Vaticano, para recibir el féretro del papa tras el funeral del 26 de abril. Cada uno sostenía una rosa blanca.
“Yo estaba con una flor en la mano, esperando a que entrara el féretro del Papa Francisco”, dijo Siracusa.
Durante sus 12 años de papado, Francisco invitó a comer con él a grupos enormes de pobres y personas sin hogar, a veces hasta 1.200 a la vez.
Pidió que los paraguas olvidados por los turistas en los museos vaticanos se entregaran a los que vivían en la calle. Hizo que una oficina de correos del Vaticano se convirtiera en una clínica para los pobres y distribuyó sacos de dormir el día de su cumpleaños.
“Lo echaremos todo de menos. Era un papa que hacía tantas cosas”, dijo Siracusa.
Savile Piro, que duerme en las calles del Vaticano, dijo que el papa “siempre pensó en nosotros. Las duchas que hay allí las creó él. Él creó la clínica. El refugio que hay aquí, lo creó él. ¿Qué más se puede pedir?”.
Piro estaba en el refugio cuando el Papa sorprendió a sus residentes con una visita. “Fue una experiencia que no se puede explicar con palabras. Un golpe en el corazón (…) me dejó sin aliento. Cuando estábamos desayunando y entró, nos quedamos todos con la boca abierta”.
—————————————————————-
Para un reportaje fotográfico, click en:
—————————————————————-
EL PRÓXIMO PAPA
Con la muerte de Francisco, casi todos los funcionarios del Vaticano pierden automáticamente sus puestos, salvo los que ocupan un puñado de cargos. Uno de los que conservará su lugar es el responsable de Caridad, el cardenal Konrad Krajewski, un polaco nombrado por el argentino.
Krajewski es muy conocido en Roma por haber bajado a una alcantarilla en 2019 para devolver la electricidad a cientos de personas sin hogar que vivían en un edificio ocupado.
Los cardenales comenzarán su cónclave en pocos días para elegir a un nuevo jefe de la Iglesia de 1.400 millones de miembros. Entre los principales aspirantes figura el cardenal italiano Pietro Parolin, número dos del Vaticano durante la mayor parte del papado de Francisco.
Otro es el cardenal filipino Luis Antonio Tagle, de 67 años, a quien se suele llamar el “Francisco asiático” por su compromiso similar con la justicia social.
El cardenal español Juan José Omella, de 79 años, está en la carrera y ha promovido el cuidado de los pobres y una visión compasiva del catolicismo. Matteo Maria Zuppi, arzobispo de Bolonia (Italia), es conocido como un “sacerdote de la calle” que se centra en los inmigrantes y también se considera un posible candidato.
“Mi esperanza es que el próximo papa siga el mismo camino que Francisco. Que sea igual de accesible”, dijo Siracusa.
“Muchos dicen que habrá un papa negro. Muchos dicen ‘esperemos que sea italiano’. Yo digo ‘esperemos que sea un buen papa’. Es suficiente”, dijo por su parte Piro.
(Reporte de Carlos Barria, escrito por Alexandra Hudson. Editado en español por Javier Leira)