(Reuters) – Venezolanos detenidos en una prisión de alta seguridad en El Salvador gritaban “libertad” y hacían una señal con la mano para pedir ayuda en un video publicado por la red de noticias de extrema derecha One America News Network (OANN), un raro vistazo a los detenidos desde que Estados Unidos los enviara allí en marzo.
Matt Gaetz, exlegislador estadounidense y aliado del presidente Donald Trump, recorrió la prisión con el medio de noticias conservador y la representante republicana Anna Paulina Luna. Como parte del recorrido el 9 de mayo, visitaron el ala de la prisión que alberga a los venezolanos deportados, que el Gobierno de Trump alega son miembros de la banda Tren de Aragua, dijo OANN.
Las imágenes de video mostraban a decenas de hombres apretados contra los barrotes de las celdas, vestidos con pantalones cortos y camisas blancas o sin camiseta. Los hombres gritaban al paso del recorrido, pero se les oía pedir la libertad y decir “Venezuela”.
El Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos no hizo comentarios sobre las imágenes de video y la Casa Blanca no respondió inmediatamente a una solicitud de comentarios.
Las celdas del “Centro de Confinamiento del Terrorismo” (CECOT) de El Salvador incluían las columnas de literas que se ven en otra parte de la prisión y que suelen aparecer en las visitas de los medios de comunicación. En una de las celdas del ala que alberga a los venezolanos había una toalla con una cruz dibujada colgada entre los barrotes.
El 15 de marzo, Trump invocó la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798 para deportar rápidamente a presuntos miembros de bandas venezolanas. Aunque la proclamación de Trump fue bloqueada más tarde ese mismo día, dos aviones que transportaban a venezolanos deportados en virtud de la poco utilizada ley de tiempos de guerra siguieron rumbo a El Salvador.
Los familiares, muchos de los cuales niegan las acusaciones de pertenencia a pandillas, no han podido comunicarse con los hombres, que no tienen acceso a teléfonos, abogados o instancias legales para impugnar su detención.
El martes, examinaron las imágenes en busca de sus seres queridos. Reuters habló con una decena de personas que dijeron reconocer a sus familiares.
Reuters no pudo verificar de forma independiente si los hombres reconocidos por los familiares se encontraban en la prisión. Estados Unidos no ha hecho pública una lista con los nombres de los deportados.
Angie Ríos, ciudadana estadounidense, vio a su marido Jesús Ríos, de 22 años, en el video, llamando a la cámara suplicando la libertad en inglés y en español. Sintió una mezcla de emociones, dijo, “confusión, desesperación, rabia, esperanza, frustración” y después de ver el video apenas pudo levantarse de la cama.
María Alejandra Falcón reconoció a su hijo, Yolfran Escobar, de 25 años, abrazado a los barrotes de su celda. “Desde que lo vi no he parado de llorar y de pensar ¿qué puedo hacer para ayudar a mi hijo?”, dijo. “Es un dolor tan grande que siento que me están arrancando el alma”.
Paola Moreno, hermana de Maikel Moreno, de 20 años, dijo sentir impotencia al ver a su hermano en las celdas. “Él no es un delincuente, no se merece esto”, dijo.
En una publicación en la red social X, Gaetz destacó las acusaciones de que los hombres eran miembros de pandillas.
“Estos son los tipos del Tren de Aragua que los demócratas quieren de vuelta en Estados Unidos”, dijo Gaetz en una publicación que acompañaba a un video.
Trump nominó a Gaetz para ser su fiscal general a finales de 2024, antes de asumir el cargo, pero Gaetz se retiró ante la fuerte oposición del Senado por su conducta en el pasado. Ahora presenta un programa de entrevistas en OANN.
La secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kristi Noem, visitó la prisión a finales de marzo con un grupo de periodistas y más tarde compartió un video en las redes sociales con los presos como telón de fondo en el que advertía de las consecuencias de estar en Estados Unidos sin un estatus migratorio legal.
(Información de Ted Hesson en Washington D.C. y Kristina Cooke en San Francisco; edición de Sonali Paul; edición en español de María Bayarri Cárdenas)