Por Marco Aquino y Alexander Villegas
TRUJILLO/CHULUCANAS, Perú (Reuters) – El nuevo papa León XIV no sólo cumplió con entusiasmo su primera misión religiosa en Perú, sino que también le gustaba rodearse de “familia” y dar consejos a sus ahijadas en el país donde ha pasado la mayor parte de su vida pastoral y del que obtuvo la nacionalidad.
Cenaba en casa de sus feligreses y promovía actuaciones de teatro con jóvenes en las celebraciones por la Semana Santa o la Navidad, contaron personas que compartieron con el entonces joven sacerdote Robert Prevost.
La elección de León XIV, de 69 años y que vivió más de dos décadas en el norte de Perú, ha revivido los recuerdos de muchos en sus antiguas parroquias, que muestran fotos o cuentan anécdotas de su paso por distintos lugares del país andino.
“El papa era muy amigo de mi familia, llegaba mucho a mi casa, convivía con mis padres”, dijo Olenka Yahaira Castillo, quien recibió en 1990, cuando tenía 12 años, el sacramento de la confirmación de manos de Prevost en la ciudad de Trujillo.
“Fue mi guía, mi padre espiritual”, agregó sujetando una foto en la que se ve a Prevost, en sus primeros años en el país, vestido con sotana oscura, junto a familiares delante de una cortina blanca y una cruz en la pared.
León XIV, que nació en Estados Unidos, llegó por primera vez a la nación andina en 1985 para dirigir una pequeña parroquia en la localidad de Chulucanas y, tras una temporada de vuelta en su país, regresó a Perú, en este caso a Trujillo, donde permaneció casi una década.
En 2014 fue nombrado obispo de Chiclayo y al año siguiente se convirtió en ciudadano peruano. En 2023, el papa Francisco lo convocó a Roma para dirigir la oficina del Vaticano encargada de elegir a los obispos en todo el mundo.
Castillo dijo que la conexión de los jóvenes en la parroquia donde Prevost realizaba la catequesis o instrucción de la fe “era muy grande” y salían a los barrios de la ciudad a repartir alimentos y ropa donada desde el extranjero.
“Nos inculcaba mucho la ayuda social”, dijo. “En esa época llegaba ropa de donaciones de Estados Unidos y a nosotros los jóvenes nos encargaba en la casa del papa seleccionar la ropa por edades y nos íbamos a los barrios de gente necesitada”.
“COMO UN PADRE”
En Chulucanas, donde comenzó su carrera pastoral, el papa bautizó a Mildred Camacho en 1996, cuando tenía apenas un año. Los padres pidieron a Prevost ser padrino de la niña, que lleva el nombre de la fallecida madre del pontífice.
Camacho cuenta que tras el bautizo, Prevost tuvo que dejar la localidad andina pero se comunicaba con cartas y correos electrónicos con su padre, que se los leía.
“Me comentaba que tenía viajes, misiones, me enviaba fotos cuando trabajaba en el Vaticano con el papa Juan Pablo II”, dijo la mujer, que ahora tiene sus propios hijos.
El hoy papa León XIV estuvo por ultima vez en Chulucanas en agosto, para celebrar un aniversario más de la diócesis local, donde se formó y comenzó a trabajar con comunidades vulnerables en el país.
Camacho recuerda mucho esa visita porque coincidió con la fecha de su cumpleaños y lo esperó en medio de muchas personas. “Cuando cruzamos la mirada, él se hacía un espacio y se acercaba a nosotros, eso es algo que me parece muy, muy humano”, dijo.
“Ojalá que pudiera tener la oportunidad de venir al Perú y si viene, poder después de tanto tiempo, hablar y saludarlo”, señaló.
José William Rivadeneyra, un exseminarista que ahora es profesor en un colegio religioso de Chiclayo, dijo que cuando renunció a ser sacerdote por cuestiones personales en 2019 buscó a Prevost para pedirle consejos sobre su futuro.
“Para mí, el monseñor Robert Prevost fue como un padre, un padre que me acogió”, contó. “Aprendí muchísimas cosas de él, de los diálogos, aparte de lo bromista que era, tenía mucha broma y su carcajada era contagiosa”.
(Editado por Javier López de Lérida)