LONDRES/OTTAWA (Reuters) – El rey británico Carlos III vuela el lunes a Canadá para una visita altamente simbólica en la que mostrará su apoyo al país que le reconoce como soberano, pero que que Donald Trump, presidente de Estados Unidos quiere se sea el 51º estado estadounidense.
Tras la invitación del primer ministro, Mark Carney, Carlos III abrirá el Parlamento en Ottawa el martes, la primera vez que un monarca británico lleva a cabo ese deber desde que su madre, la fallecida reina Isabel II, lo hiciera hace 68 años.
El rey, de 76 años, sigue en tratamiento contra el cáncer, lo que ha limitado su carga de trabajo, por lo que el viaje de dos días muestra su compromiso con Canadá, uno de los 15 países donde es monarca.
Trump ha expresado en repetidas ocasiones su deseo de anexionarse Canadá, una propuesta ferozmente rechazada por Carney, cuya victoria electoral el mes pasado se produjo en parte gracias a esa postura.
“El primer ministro ha dejado claro que Canadá no está en venta ni ahora ni nunca”, dijo a la prensa el enviado de Canadá en Reino Unido, Ralph Goodale, durante una visita la semana pasada del rey a la Alta Comisión de Canadá.
“El rey, como jefe de Estado, reforzará el poder y la fuerza de ese mensaje”.
En los últimos meses, Carlos III ha dado sutiles muestras de su apoyo a Canadá, luciendo medallas canadienses, autodenominándose rey de Canadá y describiendo su bandera como “un símbolo que nunca deja de suscitar un sentimiento de orgullo y admiración”.
Sin embargo, se enfrenta a un difícil equilibrio, ya que el primer ministro británico, Keir Starmer, intenta mantener a Trump del lado de Ucrania y los lazos comerciales.
Cuando Starmer visitó la Casa Blanca en febrero, hizo gran alarde de una invitación de Carlos III para una segunda visita de Estado sin precedentes para Trump, cuya madre nació en Reino Unido y que ha elogiado repetidamente a la familia real británica.
Carney, exgobernador del Banco de Inglaterra, dijo que eso había molestado a los canadienses.
(Información de Michael Holden y David Ljunggren; edición de Andrew Cawthorne; edición en español de María Bayarri Cárdenas)