Por Nidal al-Mughrabi
EL CAIRO (Reuters) -Cientos de palestinos abarrotaron el martes los lugares donde una fundación respaldada por Estados Unidos e Israel distribuía ayuda, porque la desesperación por conseguir alimentos superaba la preocupación por los controles biométricos y de otro tipo que Israel dijo que emplearía.
A última hora de la tarde del martes, la Fundación Humanitaria de Gaza informó de que había distribuido unas 8.000 cajas de alimentos, equivalentes a unas 462.000 comidas, tras casi tres meses de bloqueo israelí del enclave.
Cientos de palestinos, entre ellos mujeres y niños, algunos a pie o en carros tirados por burros, acudieron en masa a uno de los lugares de distribución en la ciudad meridional de Ráfah, que está bajo control total del ejército israelí, para recibir los paquetes de alimentos.
Imágenes, que Reuters no pudo verificar inmediatamente, mostraban filas de personas caminando a través de un pasillo alambrado hacia un gran campo abierto donde se apilaba la ayuda. Más tarde, publicaciones en redes sociales mostraban grandes partes de la valla derribadas mientras la gente se abría paso a empujones hacia el lugar.
“Lo que ha ocurrido hoy es una prueba concluyente del fracaso de la ocupación a la hora de gestionar la crisis humanitaria que ha creado deliberadamente mediante una política de hambruna, asedio y bombardeos”, dijo en un comunicado la oficina de medios de comunicación del gobierno dirigido por Hamás.
Algunos de los destinatarios mostraron el contenido de los paquetes, que incluían arroz, harina, legumbres en lata, pasta, aceite de oliva, galletas y azúcar.
Otros se mantuvieron alejados.
“Por mucho que quiera ir porque tengo hambre y mis hijos también, tengo miedo”, dijo Abu Ahmed, de 55 años y padre de siete hijos. “Tengo mucho miedo porque han dicho que la empresa pertenece a Israel y es mercenaria, y también porque la resistencia (Hamás) ha dicho que no vayamos”, dijo en un mensaje en la aplicación de mensajería WhatsApp.
Israel dice que la GHF, con sede en Suiza, es una iniciativa respaldada por Estados Unidos y que sus fuerzas no participarán en los puntos de distribución donde se repartirán los alimentos.
Pero su respaldo al plan, que se asemeja a planes israelíes anteriores, y su cercanía a Estados Unidos han llevado a muchos a cuestionar la neutralidad de la fundación, incluido su propio exjefe, que dimitió inesperadamente el domingo.
Naciones Unidas y otros grupos internacionales de ayuda han boicoteado a la fundación, ya que dicen que socava el principio de que la ayuda humanitaria debe distribuirse independientemente de las partes en conflicto, en función de las necesidades.
“La ayuda humanitaria no debe politizarse ni militarizarse”, dijo Christian Cardon, portavoz jefe del Comité Internacional de la Cruz Roja.
Israel, en guerra con el grupo militante Hamás, dominante en Gaza desde octubre de 2023, impuso el bloqueo a principios de marzo acusando a Hamás de robar suministros y utilizarlos para afianzar su posición. Hamás ha negado tales acusaciones.
Funcionarios israelíes afirmaron que una de las ventajas del nuevo sistema de ayuda es la posibilidad de examinar a los receptores para excluir a cualquiera que esté relacionado con Hamás.
Los grupos humanitarios informados de los planes de la fundación afirman que cualquier persona que acceda a la ayuda tendrá que someterse a una tecnología de reconocimiento facial que muchos palestinos temen que acabe en manos israelíes para ser utilizada con el fin de rastrearlos y, potencialmente, convertirlos en objetivos.
No se han hecho públicos los detalles exactos del funcionamiento del sistema.
Israel usa ampliamente el reconocimiento facial y otras formas de identificación biométrica en la Cisjordania ocupada, y los medios de comunicación israelíes e internacionales han informado de que también emplea estas técnicas en Gaza.
MENDIGANDO PAN
Hamás, que en los últimos meses se ha enfrentado a las protestas de muchos palestinos que quieren que termine la devastadora guerra, también ha advertido a los residentes que no accedan a los sitios de GHF, diciendo que Israel estaba utilizando la empresa para recopilar información de inteligencia.
“No vayan a Rafah (…) No caigan en la trampa (…) No arriesguen sus vidas. Sus casas son su fortaleza. Permanecer en sus barrios es sobrevivir, y la concienciación es su protección”, dijo una declaración publicada por el Frente Nacional, vinculado a Hamás.
“Estos planes se romperán con la firmeza de un pueblo que no conoce la derrota”, añadía.
El lanzamiento del nuevo sistema se produjo días después de que Israel suavizó su bloqueo, permitiendo la entrada en Gaza de camiones de ayuda de organismos internacionales la semana pasada, incluidos vehículos del Programa Mundial de Alimentos que llevaban harina a las panaderías locales.
Pero la cantidad de ayuda que ha entrado en el enclave costero densamente poblado ha sido sólo una pequeña fracción de los 500-600 camiones que las agencias de la ONU estiman que se necesitan cada día.
“Antes de la guerra, mi nevera estaba llena de carne, pollo, productos lácteos, refrescos, de todo, y ahora estoy mendigando un trozo de pan”, dijo Abu Ahmed a Reuters a través de una aplicación de chat.
Mientras se ha reanudado un pequeño flujo de ayuda, las fuerzas israelíes -ahora en control de amplias zonas de Gaza- han mantenido los ataques contra diversos objetivos en torno al enclave, matando a 3.901 palestinos desde que el alto el fuego de dos meses se colapsó a mediados de marzo, según el Ministerio de Sanidad de Gaza.
En total, más de 54.000 palestinos han muerto en la guerra aérea y terrestre de Israel, lanzada tras un ataque transfronterizo dirigido por Hamás el 7 de octubre de 2023 en el que murieron unas 1.200 personas y 251 fueron tomadas como rehenes en Gaza.
(Reporte de y escrito por Nidal al-Mughrabi; reporte adicional de Emma Farge en Ginebra; Editado en Español por Ricardo Figueroa)