KIEV/DNIPRÓ, Ucrania (Reuters) – Oleksandr y Liudmila Litvin, naturales de Mariúpol, huyeron de casa hace tres años, durante los 86 días que duró el asedio ruso a la ciudad portuaria del sur de Ucrania. Ahora siguen con ansiedad las conversaciones de paz entre los países beligerantes, con el temor de no volver jamás.
Mariúpol, hogar de más de 400.000 personas antes de la invasión a gran escala, fue tomada por las fuerzas rusas en mayo de 2022, cuando se ordenó a los últimos defensores de la ciudad que se rindieran, lo que puso fin a uno de los capítulos más sangrientos de la guerra.
“Hemos vivido toda nuestra vida en Mariúpol. Creo hasta el último momento que será ucraniana. No sé cómo”, dijo a Reuters Liudmila, profesora jubilada de 65 años.
Comparte con muchos compatriotas el anhelo de que las tierras ocupadas vuelvan a estar bajo control ucraniano, lo que supone un reto para el presidente, Volodímir Zelenski, presionado para que considere la posibilidad de hacer concesiones territoriales en el marco de cualquier acuerdo de paz con Rusia.
Ucrania no ha dado muestras de estar dispuesta a ello, pero el presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha presionado a Kiev para que ceda no solo el territorio ocupado, sino también tierras no controladas por Moscú, mientras que Estados Unidos ha afirmado que la pérdida territorial parece inevitable.
Más de tres años después de su invasión a gran escala, Rusia controla casi una quinta parte de Ucrania y sus tropas avanzan progresiva, pero constantemente en el este.
El propio Zelenski ha reconocido que Ucrania no puede recuperar todo el territorio perdido mediante la fuerza militar, pero quiere resolver la cuestión por la vía diplomática.
Oleksandr, de 65 años, dijo que la cuestión de lo que Ucrania pueda tener que ceder a cambio de la paz no depende solo de Kiev.
“La cuestión es si hay límites para las armas”, dijo, refiriéndose a las dudas sobre si Estados Unidos continuará con el apoyo militar a Ucrania ahora que Donald Trump está en la Casa Blanca y ha acercado posturas con Rusia.
“No solo depende de Zelenski, sino también de otros asuntos, de las armas en particular”, añadió Oleksandr, sentado junto a su esposa en un dormitorio de la ciudad central de Dnipró, adonde se han trasladado temporalmente.
Sin el respaldo militar de Estados Unidos, la posición de Ucrania en las negociaciones se debilitaría considerablemente.
Este mes, Kiev y Moscú mantuvieron sus primeras conversaciones directas desde 2022, en las que apenas se produjeron avances para poner fin a la guerra.
Tras una posterior llamada telefónica entre Trump y Putin, el presidente estadounidense pareció retirarse de los esfuerzos para mediar por la paz, lo que dejaría a Ucrania expuesta frente a un enemigo mayor.
(Información de Olena Harmash y Vlad Smilianets; edición de Mike Collett-White y Gareth Jones; edición en español de Jorge Ollero Castela)