Por Daniela Desantis
PASO YOBÁI, Paraguay, 13 ago (Reuters) – Haraldo Loris camina entre una hilera de arbustos secos en el campo de su familia, donde a pocos metros retumba el sonido de una retroexcavadora en una pequeña mina de oro colindante.
Loris perdió este año toda la producción de yerba mate de esa parcela y no cree que pueda volver a cultivar allí porque los industriales rechazan las hojas con manchas y dañadas que aparecen desde que sus vecinos instalaron una pileta para separar el oro de los minerales hace dos años.
El conflicto entre productores de yerba mate y mineros en Paso Yobái, una pequeña localidad situada a 200 kilómetros al este de Asunción, se ha intensificado a medida que la búsqueda de oro avanza y cada vez más pobladores se lanzan a la aventura de explotarlo.
Mientras los representantes mineros aseguran que la actividad promovió el despegue económico de la región, los agricultores denuncian que los peces mueren en los arroyos y el suelo está contaminado con aluminio, en tanto los ambientalistas advierten sobre un “ecocidio” que puede forzar migraciones.
“Las piletas (para lavar sedimentos) se multiplican, todos los días hacen una nueva. Los desechos tapan los arroyos y la autoridad no hace nada”, dijo Loris, un descendiente alemán de 36 años cuya familia entera se dedica a cultivar hojas de yerba, materia prima de la infusión más tradicional de Paraguay: el tereré.
Una investigación liderada por la iglesia católica en la que participaron ocho profesionales de dos universidades encontró mercurio en el 32% de las muestras tomadas en 12 cauces hídricos de la zona y rangos de contaminación del aire en valores muy superiores a los recomendados por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA).
“Se comprobó la contaminación de suelo, de agua, de aire y en la hoja de yerba. Eso es lo que con certeza podemos decir a través de nuestros estudios”, aseguró Rubén Irala, un especialista en ingeniería agrícola y ambiental que presentó el trabajo.
“Este es un problema ambiental, es un ecocidio que está sufriendo el distrito de Paso Yobái, con un alto riesgo de que tengamos migraciones forzadas”, agregó.
El uso del mercurio para separar el oro de los sedimentos está prohibido pero los agricultores denuncian que algunas minas artesanales lo siguen empleando sin control. También rechazan la utilización extendida del cianuro porque lo consideran igualmente contaminante y aseguran que no existe una disposición eficiente de los residuos resultantes de su procesamiento.
En marzo, después de que un grupo de agricultores intentara frenar la instalación de nuevas canteras, el presidente de los yerbateros, Vidal Brítez, fue acusado de coacción grave y pasó ocho días en prisión. Cuatro meses después sigue recluido en su domicilio, una pequeña granja en medio de las sierras.
“Todo lo que está pasando es una injusticia muy grande para mí y para todos mis compañeros que han denunciado la contaminación, han querido proteger su producción y ahora están imputados, escondidos, amenazados”, dijo Brítez.
“POTENCIAL GIGANTE”
La producción de oro en Paraguay está emergiendo. El país envió a Estados Unidos un récord de casi 600 kilos el año pasado, aunque se espera que los volúmenes para este año se reduzcan debido a las lluvias inusuales, según el gobierno.
El número de mineros en Paso Yobái se cuadriplicó en las últimas dos décadas hasta llegar a 2.000 y se calcula que existen cerca de 200 piletas de lixiviación, que disuelven el oro de los minerales, dentro del distrito de unos 26.000 habitantes.
La única empresa concesionaria para la extracción de oro en la zona es Latin American Minerals Paraguay (LAMPA), que inició sus operaciones con capital canadiense pero actualmente pertenece a un consorcio local.
La concesión abarca 5.750 hectáreas y gran parte del distrito está dentro del área de explotación. Los pequeños mineros son en su mayoría prestadores de servicio de la empresa.
El gerente de LAMPA, Rubén Aguilera, cuestionó los resultados de la investigación sobre la contaminación y dijo que los cultivos de yerba mate afectados representan apenas un 5% de la producción total de la zona. Agregó que los mineros dejaron de utilizar mercurio porque el proceso de lixiviación con cianuro es más eficiente.
“Donde hay oro hay intereses y ellos están actuando en forma radical. Paso Yobái le debe todo a la producción minera. Hubo por primera vez un desembolso de regalías y estos aportes se reflejan en obras, caminos, actividades sociales y educativas”, aseguró Aguilera.
El viceministro de Minas y Energía, Mauricio Bejarano, dijo que el gobierno entregó este año 22 nuevas licencias ambientales a los mineros y que el sector está siguiendo un proceso de formalización para atraer grandes inversiones, a pesar de que persisten prestadores informales o artesanales.
“Vemos un potencial gigante de que la industria minera crezca y si alguien tiene la denuncia de que existen vulneraciones medio ambientales (…) que se sienta libre de denunciar ante el orden competente”, señaló.
En su finca de Paso Yobái, Loris dice que cuando llueve, las piletas de lixiviación desbordan y contaminan todo lo que encuentran a su paso. Y que cuando hay viento sur siente el “veneno en la piel”.
“Acá nadie habla porque tienen miedo o tienen intereses, pero en 5 a 10 años esto va a estar lleno de gente enferma”.
(Reporte de Daniela Desantis, reporte adicional de César Olmedo.; Editado por Javier Leira)