Por Emily Rose
JERUSALÉN, 19 ago (Reuters) – Mientras Israel intenta ampliar su ofensiva en Gaza, el descontento evidente entre algunos reservistas llamados a filas una vez más muestra cómo ha cambiado el estado de ánimo del país en este conflicto de casi dos años.
Poco después del ataque del 7 de octubre de 2023 contra el sur de Israel por parte del grupo militante palestino Hamás, los israelíes lo dejaron todo -lunas de miel, estudios y nuevas vidas en el extranjero- para volver corriendo a casa y luchar.
Ahora, algunos manifiestan su desilusión con los líderes políticos que les envían de nuevo a la batalla, mientras el ejército se prepara para tomar el control de la ciudad de Gaza, el mayor centro urbano del enclave.
Según un estudio realizado por Agam Labs en la Universidad Hebrea, que midió la percepción sobre la nueva campaña entre más de 300 personas que sirven en la guerra actual, el 25,7% de los reservistas dijo que su motivación había disminuido significativamente en comparación con el comienzo de la campaña.
Otro 10% dijo que su motivación había disminuido ligeramente.
Cuando se les pidió que describieran sus sentimientos acerca de la campaña, el grupo más numeroso, el 47%, expresó emociones negativas hacia el Gobierno y su gestión de la guerra y las negociaciones sobre los rehenes.
En marzo, antes de que se anunciara la última ofensiva, el medio israelí Ynet informó de que el número de reservistas que se presentaban al servicio era un 30% inferior al solicitado por los mandos militares.
El primer ministro Benjamín Netanyahu prometió destruir a Hamás después de que atacó Israel el 7 de octubre de 2023, matando a 1.200 personas y llevando a 251 rehenes a Gaza, según los recuentos israelíes.
Pero la guerra se ha prolongado, Hamás sigue plantando batalla y los israelíes condenan a su primer ministro por no haber logrado un acuerdo con el grupo militante para conseguir la liberación de los rehenes a pesar de los numerosos esfuerzos de mediación.
ESTA GUERRA ES TOTALMENTE POLÍTICA
Hubo reservistas entre los miles de israelíes que participaron el domingo en una protesta nacional, una de las mayores en apoyo de las familias de los rehenes, en la que se pedía a Netanyahu que llegara a un acuerdo con Hamás para poner fin a la guerra y liberar al resto de cautivos.
Uno de esos airados manifestantes era Roni Zehavi, un piloto reservista que dejó de servir por principios tras más de 200 días de servicio cuando fracasó el último alto el fuego.
Dijo que cuando los reservistas se alistaban, hacían todo lo que se les pedía sin decir una palabra. Pero entonces empezaron a surgir preguntas como “¿a dónde va esto?”, recordó.
Los reservistas acusaron al Gobierno -la administración más ultraderechista de la historia de Israel- de perpetuar la guerra por motivos políticos.
“Esta guerra es totalmente política, no tiene otro objetivo que mantener a Benjamín Netanyahu como primer ministro”, dijo a Reuters.
“Está dispuesto a hacer todo lo necesario, a sacrificar a los rehenes, a los soldados caídos, a los ciudadanos muertos (…) a hacer lo que necesite para que él y su esposa sigan en el poder. Es la tragedia del Estado de Israel y es la realidad”.
Cuando se le pidió que comentara el desencanto expresado por algunos reservistas, el ejército israelí dijo que considera muy importante el servicio de reserva y que se examina cada caso de ausencia.
“En esta desafiante realidad de seguridad, la contribución de los reservistas es esencial para el éxito de las misiones y para mantener la seguridad del país”, afirmó.
La oficina del primer ministro no estuvo disponible de inmediato para hacer comentarios.
Netanyahu se ha resistido hasta ahora a los llamamientos para que se abra una investigación estatal -en la que podría verse implicado- sobre las fallas de seguridad del atentado del 7 de octubre. Ha dicho que una investigación de este tipo no debería iniciarse mientras la guerra siga en curso.
Algunos de sus socios de coalición de extrema derecha han amenazado con derribar el Gobierno si la guerra termina sin cumplir todos sus objetivos declarados.
Cuando Israel llamó a filas a 360.000 reservistas tras el ataque del 7 de octubre, la mayor movilización obligatoria de este tipo desde la guerra del Yom Kippur de 1973, recibió una respuesta entusiasta.
El estado de ánimo entre algunos reservistas parece diferente ahora.
“No formaré parte de un sistema que sabe que matará a los rehenes. No estoy dispuesto a aceptarlo. Y realmente lo temo, hasta el punto de que no me deja dormir por las noches”, declaró a Reuters un médico de combate. Pidió no ser identificado porque no estaba autorizado a hablar.
Según el Canal 12 de Israel, el ejército tiene previsto convocar a 250.000 reservistas para la ofensiva de Gaza.
FALTA DE VISIÓN
El servicio militar es obligatorio en Israel, una pequeña nación de menos de 10 millones de habitantes, pero depende en gran medida de los reservistas en tiempos de crisis. El servicio de reserva es técnicamente obligatorio, aunque las penas por evasión dependen a menudo de la voluntad del comandante directo de aplicar el castigo.
Reuters entrevistó a 10 reservistas israelíes para este reportaje.
Como muchos otros reservistas, el sargento mayor de las fuerzas especiales A. Kalker llegó a la conclusión de que los dirigentes militares y políticos de Israel no han formulado un plan sólido para el día después de la guerra.
“Hay una falta de visión, tanto en la cúpula política como en la militar, una verdadera falta de visión”, dijo, pero añadió que eso no debería equivaler a negarse a servir.
“Bibi (Netanyahu) es el rey de no tomar decisiones”.
(Redacción: Michael Georgy, Edición de William Maclean. Editado en español por Natalia Ramos)