Por Tomas Cuesta
BUENOS AIRES, 24 oct (Reuters) – Todos los miércoles, Olga Beatriz González, de 89 años, toma un desayuno sencillo, recoge donaciones de pan y verduras para el comedor que dirige en su casa de los suburbios de Buenos Aires y hace carteles de protesta para la manifestación semanal a la que asiste en el centro de la ciudad.
Está jubilada, pero no descansa. Como muchos otros adultos mayores argentinos, lucha por llegar a fin de mes, ayudar a otros en apuros y presionar para que la vida mejore.
Sin embargo, hay pocos indicios de noticias positivas en el horizonte para González o los demás jubilados. El sistema de pensiones argentino está al límite de su capacidad, sin ingresos suficientes para pagar lo que muchos hubieran esperado tras años de trabajo duro.
El Gobierno del presidente Javier Milei -cuyo partido de derecha buscará ganar más escaños en el Congreso el domingo- dice que la única solución es un ajuste fiscal estricto para estimular la inversión y el crecimiento a largo plazo. En otras palabras, no hay dinero, al menos no en el corto plazo.
“Somos personas que ya cumplimos, o sea, estamos cumpliendo una función, ya estamos llegando al final”, dijo González. “Y no queremos llegar de la forma que estamos llegando con tanta necesidad”, agregó.
“Me da mucha lástima cuando me dicen ‘no puedo comprar los remedios (…) porque si yo compro los remedios, estoy alquilando y me tengo que ir a la calle'”, dijo González. “¿Qué hace esa persona si no tuviera un comedor? Hay muchos que ni siquiera pueden pagar la luz (…) Les doy fideos y dicen que no tienen dónde cocinarlos”, añadió.
En enero, el Gobierno de Milei anunció el primer superávit presupuestario de Argentina en 14 años. Pero ha tenido un costo. Se han recortado drásticamente los subsidios a la energía y el transporte, mientras que el poder adquisitivo de los jubilados ha caído un 23% desde que Milei asumió el poder, dijo el economista Enrique Dentice.
“Hoy la prioridad de los jubilados pasa por cubrir su canasta alimentaria, sin poder consumir mucho más”, dijo Dentice. “No hay un horizonte de cómo va a mejorar eso en el tiempo. La voluntad del Gobierno es esperar y mirar, pero el tiempo pasa y los jubilados no pueden esperar”, agregó.
Cuando Milei asumió la presidencia a finales de 2023 dijo que el ajuste lo iba a pagar lo que denominó “la casta”, en relación a los políticos y funcionarios, pero esto no se cumplió para Jorge, un extrabajador de la industria de petróleo que cobra la jubilación mínima y da clases de apoyo a estudiantes.
“Según Milei parece que ahora la casta en realidad somos los jubilados, los que viajamos en ómnibus, en subtes (metro), en trenes”, dijo Jorge, de 71 años, quien prefirió no dar su apellido y da clases de biofísica, matemáticas y química en un restaurante de comida rápida para complementar sus magros ingresos como jubilado. “Los demás siguen perfectos”, agregó.
PROTESTAS FRENTE AL CONGRESO
Frente al edificio neoclásico del Congreso Nacional, en el centro de Buenos Aires, los manifestantes -jubilados y simpatizantes- se enfrentan todos los miércoles a filas de policías con cascos antidisturbios, ondeando banderas argentinas celestes y blancas y carteles que dicen “Nadie se salva solo” o “El próximo viejo sos vos”.
“Yo les digo a los jubilados que no es una vergüenza pedir, pero sí lo que tendrían que hacer para que no nos pase eso es ir a las marchas. No quedarse atrás de un televisor”, dijo González, a quien le gusta evocar a su heroína Evita Perón, la primera dama argentina de la década de 1950 que sigue siendo querida por mucha gente en el país.
Representantes del Gobierno de Milei no respondieron a los pedidos de comentarios. En mayo, el portavoz presidencial Manuel Adorni declaró: “Porque entendemos (…) lo que han hecho con los jubilados en los últimos 20, 30 o 40 años, (es) que entendemos que la solución no es mágica, sino que es una solución de la economía real”.
Y agregó que para que las jubilaciones mejoren deben aumentar los salarios y las contribuciones de los trabajadores.
“Eso se logra bajo una sola condición, que es la inversión y el crecimiento, no hay otra manera de hacerlo porque tus recursos son finitos”, dijo Adorni.
No todos los jubilados argentinos se oponen a las políticas del Gobierno. Algunos han acumulado ahorros en dólares a lo largo de los años: miles de millones guardados bajo el colchón y en cajas fuertes. Algunos piensan que Milei, en el poder desde diciembre de 2023, debería tener más tiempo.
“No queremos bajo ningún punto de vista que vuelva la gestión anterior que tanto daño hizo”, dijo la maestra jubilada Margarita Ruiz, de 75 años. “Concretamente nuestro deseo es que Milei complete el mandato (…) solo así se va a poder sanear la economía”, agregó.
Luis Relinque, también de 75 años, dijo que no apoya a ningún partido político, pero que se une a las protestas de los miércoles. Como muchos otros en las manifestaciones, recibe la pensión mínima mensual -que en octubre era de poco más de 396.000 pesos (unos 266 dólares) que, según contó, no le alcanza para llegar a fin de mes.
Compra alfajores -un dulce popular en Argentina- al por mayor y luego los vende en una caja con un cartel escrito a mano fuera de su casa o a los visitantes de un hospital los domingos. Con eso gana lo suficiente para comprar comida los lunes.
“Pasar hambre no paso, pero privándome de cosas, sí”, dijo sentado junto a su pequeño perro. Los gustos que solía darle a su nieta, como un helado o una salida al teatro, ya no se los puede permitir. Solía reunirse con amigos los viernes para jugar a las cartas y disfrutar de una comida, pero eso también se ha acabado.
“Hace cinco o seis meses que ya no veo a mis amigos y antes nos juntábamos en un club para comer un asado, para hacer un mondongo, era muy lindo”, lamentó Relinque. “Ya todo eso se perdió, se perdió”, concluyó.
(Reporte y fotografía de Tomás Cuesta; reporte adicional de Lucila Sigal y Eliana Raszewski; escrito por Rosalba O’Brien; escrito en español por Lucila Sigal; esditado por Walter Bianchi)














