Belém, BRASIL, 18 nov (Reuters) -Jamaica dedicó años a acumular fondos para hacer frente a las catástrofes provocadas por el clima, pero ese esfuerzo resultó ser suficiente para cubrir solo el 5% del costo de una tormenta.
El huracán Melissa ha dejado a la nación isleña con facturas por valor de 10.000 millones de dólares, de los cuales solo 500 millones pueden cubrirse con las reservas de preparación climática acumuladas para hacer frente a catástrofes, dijo a Reuters el ministro del gabinete Matthew Samuda.
Jamaica está pidiendo a los países ricos que participan en la cumbre climática COP30 de Belém, Brasil, que ofrezcan urgentemente subvenciones, inversiones y financiación en condiciones favorables.
Lo que no quiere son préstamos a tasas comerciales que carguen al país con más deuda, ya que se espera que en el futuro los impactos climáticos sean cada vez más graves, como olas de calor, sequías, subida del nivel del mar y tormentas catastróficas.
“No venimos a mendigar. Venimos como víctimas de las acciones de otros”, dijo Samuda en una entrevista en la cumbre, refiriéndose al hecho de que Jamaica ha hecho poco para causar las emisiones que calientan el planeta y que están impulsando el cambio climático.
Dijo que Jamaica había pasado tres décadas mejorando su salud financiera y acercándose a una calificación crediticia de grado de inversión.
“Que una tormenta más fuerte, que duró más tiempo, que llegó en una época del año inusual y que trajo más lluvia de lo habitual debido a las acciones de otros, acabe con gran parte de ese éxito en un solo periodo de 24 horas, es una píldora difícil de tragar”.
Las negociaciones de la cumbre COP30 pretenden avanzar en el refuerzo de la financiación para que los países en desarrollo se preparen y adapten a los próximos fenómenos climáticos extremos. La ONU calcula que necesitarán al menos 310.000 millones de dólares anuales de aquí a 2035.
Melissa azotó Jamaica el 28 de octubre como un poderoso huracán de categoría 5, con una marejada inicial de 4,5 metros, fuertes vientos y unos 76 centímetros de lluvia que provocaron corrimientos de tierra e inundaciones.
Los científicos determinaron que el cambio climático había hecho que la tormenta fuera un 30% más fuerte de lo que habría sido sin el calentamiento global, y seis veces más probable que golpeara cuando lo hizo.
Samuda describió el impacto como “sísmico”, con 192.000 edificios dañados y los sectores clave del turismo y la agricultura afectados. Dijo que la tormenta debería recibir una nueva designación de categoría 6.
Los daños económicos fueron mucho mayores que los causados por la pandemia de COVID-19, cuando la isla perdió alrededor del 10% de su PIB.
La pandemia “no arrasó puentes, ni destruyó carreteras, ni interrumpió el suministro de agua de la forma en que lo ha hecho este incidente en particular”, dijo Samuda.
(Reporte de Simon Jessop y Sebastian Rocandio; Editado en español por Javier Leira)











