“Lo perdimos en la tierra pero lo ganamos en el cielo”: barrios humildes recuerdan al papa Francisco en Argentina

Por Miguel Lo Bianco

BUENOS AIRES, 24 abr (Reuters) -En un barrio carenciado de la ciudad de Buenos Aires, entre viviendas muy precarias y pasillos angostos, Marina Ayala camina por las mismas calles que recorría el papa Francisco, en sus años como cura, para llegar a la parroquia local, que recibe a sus vecinos para recordarlo.

“Estuvo mucho tiempo conmigo, trabajamos acá dentro de la iglesia, cocinando comida conmigo”, lo recuerda Ayala, una jubilada de 76 años, con lágrimas en sus ojos mientras acaricia una imagen de Francisco en la entrada de la parroquia del barrio Zavaleta, o 21-24, de la capital argentina.

Francisco, el primer papa americano de la Iglesia Católica Romana, murió el lunes tras sufrir un derrame cerebral a los 88 años, dejando un legado de promoción del diálogo interreligioso, la paz y la defensa de los pobres y migrantes, llevando adelante una vida sencilla como en su Argentina natal.

“Me puse a llorar cuando escuché que murió el papa Francisco. Mucho dolor, mucha tristeza, pero al mismo tiempo, mucha paz. Se ve que necesitaba descansar”, dijo a Reuters Lorenzo Vedia, cura de la Parroquia de la Virgen de los Milagros de Caacupé del barrio Zavaleta, prolijamente pintada de celeste y blanca.

“Desde el cielo nos va a guiar, nos va a acompañar. Así que lo perdimos en la tierra, pero lo ganamos en el cielo. Ya no como Papa, sino como intercesor, como alguien que está al lado de Jesús, nos va a iluminar”, agregó.

Días después de su muerte, en Argentina se escuchan anécdotas de la gente que lo conoció y a quienes ayudó en sus años como religioso en Buenos Aires, su ciudad natal y que solía recorrer en transporte público.

El arzobispo de Buenos Aires, Jorge Ignacio García Cuerva, lo llamó “El papa de los pobres” y así lo recuerdan los vecinos de la villa, que viven en humildes casas con techos de chapa, paredes sin revocar y pisos apenas con cemento.

“Él se metía en los pasillos, no importa si estaba lloviendo, él se metía, se arremangaba los pantalones y andaba con la gente por el barrio”, lo recuerda Leonardo Pereyra, un vecino que trabaja en un comedor de la iglesia.

“Así que era un cura, un cardenal sencillo, humilde, porque no es solo que hay pocos curas que eligen la villa (barrio humilde) como él, se sentía a gusto con toda la gente, como la gente se sentía con él”, señaló.

La Basílica de San Pedro reabrió sus puertas este jueves, tras una breve pausa en las primeras horas del día, para acoger a miles de fieles de todo el mundo que quieren rendir sus últimos respetos al sumo pontífice.

Casi 50.000 personas han acudido al lugar para rendir homenaje a Francisco, velado desde el miércoles en un ataúd abierto antes de su funeral el sábado, según informaron medios vaticanos.

(Reporte de Miguel Lo Bianco;escrita por Eliana Raszewski;Editada por Jorge Otaola)

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