CIUDAD DEL VATICANO (Reuters) – El cónclave más grande y geográficamente más diverso de la historia debía reanudarse el jueves, con los cardenales católicos romanos regresando a la Capilla Sixtina para tratar de resolver una elección papal muy abierta.
Los “príncipes de la Iglesia”, con sus gorros rojos, iniciaron el miércoles el ritual de elegir al nuevo líder de los 1.400 millones de católicos del mundo. Por la noche, una chimenea instalada al efecto y visible desde la plaza de San Pedro expulsó humo negro, señal de que el escrutinio no había concluido.
Ningún papa de los tiempos modernos ha sido elegido en el primer intento, por lo que se esperaba este resultado. Pero dada la historia reciente, es posible un resultado final a partir del segundo día, cuando pueden celebrarse hasta cuatro rondas de votaciones.
Un récord de 133 cardenales de 70 países participan en la votación secreta, frente a los 115 de 48 países en el último cónclave de 2013, un crecimiento que refleja los esfuerzos del difunto papa Francisco para ampliar el alcance de la Iglesia durante su mandato de 12 años.
Francisco, que nació en Argentina y falleció el mes pasado, fue elegido al final del segundo día, tras cinco rondas de votación. Ocho años antes, también se necesitaron dos días, pero sólo cuatro votaciones, para elevar al papado al alemán Benedicto XVI.
La fumata blanca señalaría la elección de un nuevo líder de la Iglesia.
No hay claros favoritos, aunque el cardenal italiano Pietro Parolin, quien fue número dos del Vaticano con Francisco, y el cardenal filipino Luis Antonio Tagle se consideran los favoritos.
Si resulta obvio que ninguno de los dos puede obtener la mayoría de dos tercios necesaria, se espera que los votos se desplacen a otros aspirantes y los electores podrían unirse en torno a la geografía, la afinidad doctrinal o los idiomas comunes.
Otros posibles papables son el francés Jean-Marc Aveline, el húngaro Peter Erdo, el estadounidense Robert Prevost y el italiano Pierbattista Pizzaballa.
Durante el cónclave, los cardenales están aislados del mundo y juran guardar el secreto, se confiscan sus teléfonos y ordenadores, mientras son trasladados entre la Capilla Sixtina para votar y dos casas de huéspedes del Vaticano para dormir y cenar.
En los últimos días, han ofrecido diferentes evaluaciones de lo que buscan en el próximo papa, tras un pontificado relativamente liberal marcado por amargas divisiones entre tradicionalistas y modernizadores.
Mientras algunos abogan por la continuidad con la visión de Francisco de una mayor apertura y reforma, otros anhelan dar marcha atrás en el tiempo y abrazar las tradiciones. Muchos han indicado que desean un pontificado más predecible y mesurado.
(Información de Crispian Balmer, Joshua McElwee y Philip Pullella; edición de Nia Williams; editado en español por Benjamín Mejías Valencia)