Por Sam Tabahriti, Michael Holden y Steve Holland
WINDSOR, Inglaterra, 17 sep (Reuters) – El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, inició el miércoles una histórica segunda visita de Estado a Gran Bretaña en medio de una pompa sin precedentes, intensa seguridad, inversiones tecnológicas y protestas, mientras el rey Carlos y otros miembros de la realeza daban la bienvenida al aliado más cercano de su nación.
Trump y su esposa Melania fueron recibidos por el rey en el castillo de Windsor, el castillo habitado más antiguo y más grande del mundo y el hogar familiar de los monarcas británicos durante casi 1.000 años, donde está siendo tratado con toda la pompa británica, desde una procesión de carruajes a un banquete de lujo.
Gran Bretaña organizó lo que dijo que era la mayor ceremonia militar de bienvenida para una visita de Estado que se recuerda, y Trump, un fan declarado de la realeza, no ha ocultado su satisfacción por ser no sólo el primer líder de Estados Unidos, sino el primer político electo en ser invitado a dos visitas de Estado.
“Es un lugar muy especial”, dijo Trump, añadiendo que le encantaba Gran Bretaña.
El primer ministro, Keir Starmer, espera utilizar ese sentimiento en beneficio de Gran Bretaña.
Su Gobierno intenta aprovechar el viaje para cimentar la “relación especial” de los dos países, profundizar los lazos económicos, asegurar miles de millones de dólares de inversión, discutir aranceles y presionar a Trump sobre Ucrania e Israel.
Empresas como Microsoft, Nvidia, Google y OpenAI ya han prometido 31.000 millones de libras (42.000 millones de dólares) en inversiones en Reino Unido en los próximos años, en IA, computación cuántica y energía nuclear civil.
Starmer también quiere seguir avanzando en materia de comercio, después de que Gran Bretaña logró el primer acuerdo con Trump para reducir algunos aranceles. Es posible que las conversaciones toquen los gravámenes restantes al acero, el whisky y el salmón.
“Quieren ver si pueden perfeccionar un poco el acuerdo comercial”, dijo Trump el martes.
Pero aunque Starmer confía en que la realeza le ayude a encantar al presidente anglófilo, cuya madre es escocesa, el primer ministro británico sigue enfrentando muchos escollos.
Las encuestas muestran que Trump es muy impopular en Gran Bretaña y Starmer, que se enfrenta a una caída en picado en las encuestas y a problemas económicos, tendrá que demostrar que su baza real puede reportarle beneficios.
(Información adicional de Elizabeth Piper, Paul Sandle y Alistair Smout; redacción de Michael Holden; Editado en español por Javier López de Lérida)