Por Will Dunham
WASHINGTON, 6 oct (Reuters) – El fósil de un pequeño reptil que habitó Escocia durante la era de los dinosaurios, hace 167 millones de años, tiene desconcertados a los científicos. Mezcla rasgos de serpiente y de lagarto. ¿Era un antepasado temprano de las serpientes o tal vez sólo una rareza evolutiva? Sea cual sea la respuesta, era una pequeña bestia formidable.
Según los investigadores, esta criatura, llamada Breugnathair elgolensis, tenía dientes muy curvados y en forma de gancho, como las serpientes. La forma en que los dientes estaban implantados en las mandíbulas y el ángulo de inclinación hacia dentro que estos tenían respecto a las mandíbulas también eran similares a los de las serpientes. Pero las proporciones de su cuerpo y cabeza eran más parecidas a las de un lagarto, incluidas sus bien desarrolladas extremidades.
Breugnathair, que medía unos 30 cm de largo incluida la cola, vivía en un entorno similar a un manglar con condiciones tropicales durante el Jurásico, mucho más cálido que la Escocia actual. Es posible que Breugnathair se alimentara de insectos, pequeños mamíferos, anfibios y otros lagartos.
Representa uno de los fósiles relativamente completos más antiguos del grupo de los reptiles llamados escamosos, que abarca lagartos y serpientes. Con su mosaico de rasgos, Breugnathair difuminaba la línea que separa a un lagarto de una serpiente, algo así como una “lagarpiente”, o quizá un “serpiagarto”.
“Breugnathair es o bien un antepasado de las serpientes parecido a un lagarto, o bien pertenece a un grupo más primitivo de lagartos que desarrollaron de forma independiente características similares a las de las serpientes relacionadas con una dieta depredadora. El equilibrio de las pruebas es tan ajustado que no hemos podido elegir entre estas dos alternativas”, afirma el paleontólogo Roger Benson, del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, autor principal del estudio publicado en la revista Nature.
“La inesperada combinación de rasgos que observamos demuestra que la evolución de los primeros escamosos fue muy compleja, y apenas estamos empezando a comprender lo que pudo ocurrir”, añadió Benson.
Las primeras serpientes indiscutibles conocidas en el registro fósil datan de hace unos 110 millones de años, durante el Cretácico, según la codirectora del estudio, Susan Evans, paleontóloga y morfóloga evolutiva del University College de Londres.
“Nadie los confundiría con otra cosa. Son de cuerpo alargado, carecen de cualquier rastro de extremidades anteriores y tienen extremidades posteriores reducidas”, dijo Evans.
Pero estos fósiles no revelan cómo eran las serpientes antes de que desarrollaran sus característicos cuerpos largos.
“Así que no sabemos, por ejemplo, si las serpientes evolucionaron primero con sus rasgos distintivos de cabeza y mandíbula, o primero con sus cuerpos largos y serpentiformes. Tampoco sabemos dónde evolucionaron las serpientes ni su ecología”, explica Benson.
Aunque es posible que Breugnathair fuera una forma de transición temprana entre lagartos y serpientes, su anatomía es desconcertante.
“Sabemos por el ADN que las serpientes están emparentadas con las iguanas, los lagartos monitor y algunos otros grupos de lagartos. Por tanto, esperamos que el antepasado de las serpientes sea parecido a los lagartos y que comparta rasgos con esos grupos”, explica Benson.
“Pero cuando observamos los detalles de Breugnathair, no vemos muchos rasgos compartidos con ellos. En cambio, presenta un puñado de rasgos más primitivos compartidos con algunos de los primeros lagartos y presentes hoy en grupos como los gecos y los eslizones. Es una gran sorpresa”, añadió Benson.
Descubierto en la isla de Skye, en una localidad costera cercana a la ciudad de Elgol, su nombre científico significa “falsa serpiente de Elgol”.
Si no formaba parte del linaje de las serpientes, Breugnathair podría haber sido un callejón sin salida evolutivo, con hábitos depredadores similares a los de las serpientes que surgieron por separado en un grupo que finalmente se extinguió, señalaron los investigadores.
Los primeros reptiles aparecieron hace unos 320 millones de años, según Benson. Algunas de las primeras formas eran superficialmente similares a los lagartos, pero carecían de los rasgos distintivos de los escamosos, como diversos rasgos que aumentan la movilidad entre los huesos del cráneo en relación con la alimentación, y características de los hombros que aumentan la longitud de zancada en los lagartos.
Breugnathair plantea tantas preguntas como respuestas.
“Puede ayudarnos, en última instancia, a comprender qué rasgos debemos buscar en futuros fósiles para entender la ascendencia de las serpientes”, dijo Evans.
(Reporte de Will Dunham en Washington, Editado en Español por Ricardo Figueroa)