La cuna de la civilización corre el riesgo de erosionarse por el cambio climático

Por Mohammed Atti y Ahmed Saeed

UR/BABILONIA, Irak, 30 oct (Reuters) -Las autoridades iraquíes han dado la voz de alarma para salvar los monumentos de la cuna de la civilización, mientras miles de años de historia corren el riesgo de desaparecer debido a la erosión que sufren las antiguas ciudades del sur de Irak a causa del cambio climático.

El tiempo duro y seco está aumentando la salinidad del suelo y dañando los monumentos históricos en las ruinas de ciudades como Ur, cuna del patriarca bíblico Abraham, y Babilonia, antaño magnífica capital de imperios.

Las dunas de arena están provocando el deterioro de la cara norte del majestuoso Zigurat de Ur, un enorme templo piramidal escalonado que fue dedicado hace más de 4.000 años al dios de la luna, Nanna.

“La combinación de viento y dunas de arena provoca la erosión de las secciones septentrionales de la estructura”, explica Abdulah Nasralá, arqueólogo del departamento de antigüedades de la provincia de Dhi Qar, donde se encuentra la ciudad de Ur.

LA SAL CORROE LOS ANTIGUOS ADOBES

El santuario, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, sigue siendo uno de los ejemplos mejor conservados de la arquitectura de la antigua Mesopotamia y ofrece una visión de las prácticas religiosas y los rituales sagrados del imperio sumerio, donde floreció una de las primeras civilizaciones del mundo.

“Mientras que la tercera capa (del Zigurat) ya se había deteriorado debido a la intemperie y al cambio climático, la erosión ha empezado a afectar ahora a la segunda capa”, dijo Nasralá.

Cerca de allí, los depósitos de sal se han ido comiendo los adobes del Cementerio Real de Ur, descubierto por el arqueólogo británico Leonard Woolley en la década de 1920 y que ahora corre el riesgo de derrumbarse.

“Estos depósitos de sal aparecieron debido al calentamiento global y al cambio climático, que provocaron la destrucción de partes importantes del cementerio”, explicó Kazem Hassoun, inspector del departamento de antigüedades de Dhi Qar.

“Con el tiempo, los depósitos provocarán el derrumbe completo de los adobes que componen este cementerio”, dijo Hassoun.

Irak lucha contra el aumento de las temperaturas y las fuertes sequías que han incrementado los niveles de salinidad en el sur, donde confluyen los caudalosos ríos Tigris y Éufrates al acercarse al golfo.

Más arriba del Éufrates, los yacimientos arqueológicos de la antigua Babilonia también están en peligro. Necesitan urgentemente atención y restauración, pero la falta de financiación sigue siendo un problema, según dijo a Reuters Montaser al-Hasnawi, director general del Ministerio de Cultura y Turismo de Irak.

El país ya ha soportado décadas de guerras que amenazaron sus estructuras históricas: desde la guerra con Irán en los años ochenta, pasando por la Guerra del Golfo de principios de los noventa, la invasión liderada por Estados Unidos en 2003 seguida de la violencia insurgente y el ascenso y caída del grupo Estado Islámico.

Su nuevo reto es el cambio climático que altera todo el ecosistema del país, no solo poniendo en peligro su futuro agrícola, sino también su huella histórica.

En Babilonia, los altos niveles de salinidad están poniendo en peligro los materiales a base de arcilla de las antiguas estructuras, en las que aún pueden verse elaborados dibujos sumerios.

Los materiales se obtenían directamente de la tierra, que en aquella época tenía una salinidad más baja. Eso podría haberlos hecho menos vulnerables al cambio climático, pero las prácticas de restauración inadecuadas de décadas anteriores hicieron que las estructuras antiguas fueran más susceptibles, explicó Hasnawi. El aumento de la salinidad hace más acuciante la necesidad de rehacer la restauración defectuosa.

“El problema de la salinidad está aumentando tanto en las aguas superficiales como en las subterráneas. Esto llevará a la destrucción de muchas ciudades que están bajo tierra”, afirmó Hasnawi.

(Información de Mohammed Atti y Ahmed Saeed; redacción de Nayera Abdallah; edición de Peter Graff; edición en español de Paula Villalba)

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