Por Howard Schneider
WASHINGTON, 18 nov (Reuters) -La Reserva Federal de Estados Unidos comienza esta semana a recibir informes económicos actualizados del Gobierno federal, que ha reabierto tras un cierre parcial de más de un mes, mientras hay en su interior un debate sobre si deben bajar las tasas de interés en su próxima reunión.
Aún no está claro cuántos de los datos retrasados por el cierre sobre empleo, inflación, gasto minorista, crecimiento económico y otras áreas de la economía estarán disponibles antes de la reunión en tres semanas.
La Oficina de Estadísticas Laborales dijo que publicaría el informe de empleo retrasado de septiembre el jueves, pero la Casa Blanca ha dicho que algunos datos de octubre pueden omitirse por completo, mientras que la recopilación de datos de noviembre también puede verse obstaculizada por el cierre que se extendió hasta mediados de mes.
Sin embargo, las líneas del debate al interior del banco central se han trazado con nitidez.
Las minutas de la reunión de octubre de la Fed, que se publicarán el miércoles, podrían proporcionar más detalles sobre la división que ha surgido sobre si el riesgo de una mayor inflación sigue siendo suficiente como para retrasar las bajas de tasas, o si la desaceleración del crecimiento del empleo y una política monetaria más laxa deberían tener prioridad.
“No me preocupa que la inflación se acelere o que las expectativas de inflación aumenten significativamente”, dijo el lunes Christopher Waller, Gobernador de la Reserva Federal.
“Mi atención se centra en el mercado laboral y, tras meses de debilitamiento, es poco probable que el informe sobre el empleo de septiembre de esta semana o cualquier otro dato en las próximas semanas cambie mi opinión de que es necesario otro recorte”, cuando la Fed se reúna los días 9 y 10 de diciembre.
Por su parte, el vicepresidente de la Reserva Federal, Philip Jefferson, dijo que el banco central debería ir “despacio”, dado que la tasa de interés de referencia, situada entre el 3,75% y el 4%, se acerca probablemente a un nivel en el que ya no desincentivará la actividad económica ni frenará la inflación.
En el seno del banco central se han formado claros bandos, con varios gobernadores de la Fed -todos ellos nombrados por el presidente Donald Trump- abogando por otro recorte, y varios presidentes de bancos regionales de reserva adoptando una línea dura respecto a la inflación.
Aun así, la intensidad de esas divisiones puede ocultar un conjunto de preocupaciones sobre el calendario y el deseo de que más datos muestren con más claridad la dirección de la economía.
La aprobación por parte de la Fed de un recorte de tasas de un cuarto de punto porcentual en la reunión del 28 y 29 de octubre incluyó disensos a favor tanto de una política monetaria más laxa como de una más restrictiva, una rareza en las últimas décadas. Después, el presidente de la Fed, Jerome Powell, ofreció una orientación inusual y explícita sobre el resultado de la reunión de diciembre.
“Hubo opiniones muy divergentes sobre cómo proceder en diciembre. Una nueva reducción de la tasa de interés oficial en la reunión de diciembre no es una conclusión inevitable, ni mucho menos”, dijo Powell, en un gesto hacia los responsables de política monetaria más preocupados por la inflación.
UN “CORO CRECIENTE” A FAVOR DE NO RECORTAR EN DICIEMBRE
Las declaraciones y otros datos han cambiado las apuestas del mercado a un recorte en diciembre, que antes se consideraba muy probable. Las proyecciones de los responsables monetarios de septiembre mostraban que ellos mismos preveían que el tipo de interés de referencia terminaría el año entre el 3,50% y el 3,75%, un cuarto de punto menos que el actual.
Sin embargo, esas previsiones ya mostraban la fuerte división que está surgiendo, y desde entonces algunos funcionarios han mostrado más preocupación por el aumento de la inflación.
“Tenemos una inflación persistentemente alta que se mantiene. Hasta que todo esté dicho y hecho pasará un largo tiempo”, dijo la presidenta de la Fed de Cleveland, Beth Hammack, una de los tres presidentes regionales que votarán el próximo año y que ha sido de las más explícitas sobre la necesidad de no apresurarse a nuevos recortes debido a los riesgos de inflación.
“Conseguir que (la inflación) vuelva al 2% es fundamental para nuestra credibilidad”, dijo a MarketWatch en una entrevista la semana pasada.
La variedad de opiniones y las posibles lagunas en los datos oficiales suponen un reto para Powell a la hora de moldear un consenso.
Aunque algunos disensos pueden ser inevitables, los posibles puntos de compromiso incluyen la aprobación de un recorte de tasas en la reunión de diciembre, pero indicando que es probable que le siga una pausa, o hacer una pausa en diciembre, pero apuntando a probables nuevos recortes en función de los datos entrantes.
En la reunión de diciembre, los funcionarios publicarán nuevas proyecciones trimestrales que podrían contribuir a reforzar cualquiera de los dos enfoques.
También podría influir el ritmo al que el Gobierno federal se ponga al día en materia de datos.
Aunque los banqueros centrales estadounidenses consideran que disponen de suficientes medios de seguimiento de la economía para tomar una decisión, un conjunto completo de informes de puesta al día podría aumentar su confianza en cualquier decisión que se tome.
Incluso eso puede ser insuficiente para lograr un consenso en un organismo que también se enfrenta a una transición de liderazgo, con Powell terminando su mandato en mayo y dos nuevos gobernadores en funciones.
Entretanto, algunas de las fuerzas que determinan el mercado laboral y la inflación no han estado presentes el tiempo suficiente para que los funcionarios de la Fed las comprendan plenamente.
Hay poca certeza sobre si el lento crecimiento del empleo es parte del ciclo empresarial normal, un producto de una política de inmigración más dura, una consecuencia del debilitamiento de la demanda debido a los aranceles y la inflación, o las primeras señales de que la inteligencia artificial está cambiando las necesidades de personal.
Lo que los responsables políticos sí ven claro en estos momentos es que la inflación no ha cambiado mucho en un año y se mantiene alrededor de un punto porcentual sobre su objetivo del 2%.
“Un creciente coro de duros, centristas e incluso algunos antes moderados parecen seguros de que no es probable que los datos justifiquen un recorte de tasas”, escribió el economista jefe de Estados Unidos de SGH Macro Advisors, Tim Duy. “Creemos que quieren pruebas convincentes de que la inflación volverá a situarse en el objetivo”, lo que probablemente empujará cualquier nuevo recorte hasta el próximo año.
(Reporte de Howard Scheider; edición en español de Javier López de Lérida)










