Por Nicolás Misculin
BUENOS AIRES, 12 sep (Reuters) – Tras una dolorosa derrota electoral y un escándalo judicial que involucra a un expresidente del peronismo, el partido político más importante de Argentina pretende renovarse para intentar volver a disputar el poder a partir de los comicios legislativos del año próximo.
La denuncia por violencia de genéro que el exmandatario Alberto Fernández sufrió en agosto sumó problemas al heterogéneo partido, que busca abroquelarse luego de perder en noviembre pasado la presidencia en manos del economista ultraliberal Javier Milei.
Una deslucida gestión económica entre 2019 y 2023, disputas internas y descrédito por casos pasados de corrupción son algunos de los escollos que derivaron en la victoria de Milei, por entonces un “outsider” de la política, que el peronismo aún hegemonizado por la centroizquierda intenta superar.
“Tenemos que consolidar el claro mensaje de que hay otra alternativa y otro camino al de Milei, que eligieron 11,6 millones de argentinos (en los comicios pasados), y ser firmes en la oposición”, señaló el diputado Diego Giuliano, aliado del exministro de Economía Sergio Massa, quien fue derrotado en las elecciones por Milei.
En medio de una acuciante crisis económica por la que muchos argentinos todavía culpan al peronismo, un reciente sondeo de la Universidad Di Tella mostró en agosto un crecimiento del 6,8% en el índice de confianza en el Gobierno respecto del mes previo para ubicarse en un nivel superior (2,54 puntos sobre una escala de 0 a 5) al de gestiones anteriores.
“Es probable que el peronismo entre en un período bastante complejo. Por un lado, fragmentación; por el otro, estrategia de supervivencia de algunos dirigentes y algunos distritos que buscan alianzas con quien tenga el poder”, afirmó el analista político Sergio Berensztein.
Aprovechando el desconcierto del peronismo, el Gobierno ultraliberal -que cuenta con escasos legisladores o gobernadores propios- ha impulsado algunos acuerdos regionales o parlamentarios que no hicieron más que aumentar la dispersión del principal partido de oposición.
Berensztein consideró que, aunque esa división pueda favorecer al oficialismo, también lo perjudica a la hora de negociar acuerdos con la oposición en el Congreso, donde no encuentra los interlocutores deseados.
Una fuente del peronismo en la pujante provincia de Buenos Aires reconoció que el escándalo legal y mediático de Alberto Fernández fue “dañino” para el partido, aunque destacó que podría acelerar una renovación tras el natural “reacomodamiento” provocado por la derrota electoral de 2023.
“Para nosotros sí o sí tiene que haber una renovación en cuanto a lo que el peronismo tiene para ofrecerle a la sociedad. Porque si no tenemos esa renovación, ya no se puede vivir con el recuerdo de los buenos viejos tiempos”, añadió.
APUESTA A FUTURO
El peronismo apuesta a que Milei sufra un desgaste en su respaldo popular luego del feroz ajuste del gasto público que inició al asumir la presidencia, que derivó en un crecimiento del desempleo y la pobreza, que actualmente golpea a más de la mitad de los argentinos.
Según un sondeo de la consultora Analogías en base a 2.508 casos publicado en septiembre, el presidente de derecha radical contaba con un 48,1% de imagen positiva -frente al 48,3% del mes previo- y un 47% de imagen negativa.
“Estamos mucho mejor de lo que hemos estado en otros momentos, sobre todo si se compara con otros períodos en la oposición, como entre 2015 y 2017, cuando (los peronistas) estábamos divididos en tres”, destacó a Reuters el excandidato a vicepresidente por el peronismo Agustín Rossi.
Si las elecciones legislativas de 2025 fueran hoy, un reciente estudio de la encuestadora Synopsis marcó que el partido oficialista La Libertad Avanza obtendría un 30,9 de los votos, frente al 22,2% del peronismo no “kirchnerista” y el 15,8% del “kirchnerismo” (centroizquierda), lo que arroja una intención global de voto superior para la principal oposición.
“El peronismo va a ir, entiendo yo, mayoritariamente unido en la mayoría de las provincias argentinas” a las elecciones de medio término de 2025, añadió Rossi, quien fuera parte de la fallida experiencia de gestión de 2019-2023 como ministro de Alberto Fernández.
Aún bajo la desgastada tutela de la expresidenta de centroizquierda Cristina Fernández de Kirchner y el exministro de centro Massa, ejemplos de lo que el ultraliberal Milei considera una “casta política” repudiada por la sociedad, el peronismo busca nuevos líderes que puedan eventualmente aspirar a la presidencia en 2027.
Figuras como el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, quien consideró “cruel” el ajuste de Milei, o el menos conocido gobernador de Córdoba, el centrista Martín Llaryora, asoman como potenciales figuras de peso a futuro.
Otros dirigentes como el líder social de izquierda Juan Grabois, un aliado del peronismo, o el gobernador de la pequeña provincia de La Rioja, Ricardo Quintela, han confrontado con el presidente Milei para hacerse un lugar en la oposición.
Si bien Kicillof cuenta con experiencia, es popular y gobierna la provincia más grande del país, su identificación con el kirchnerismo le resta respaldo entre quienes consideran a esa facción demasiado radical.
“No podemos seguir repitiendo modelos fallidos, modelos antiguos de las concepciones políticas. Los nombres propios los veremos en el camino, aunque Cristina (Fernández) tiene que estar en un lugar decisorio”, dijo la fuente peronista de Buenos Aires.
(Reporte de Nicolás Misculin, con reporte adicional de Lucinda Elliott. Editado por Lucila Sigal)